miércoles, 6 de abril de 2011

Me confieso ególatra empedernida.

Nunca he confesado llorar por amor, ni sufrir por una perdida. Por años he gozado el ser percibida como una mujer de piedra que posee un cuerpo sin alma. Sentirme el único y verdadero amor de mis amantes, me ha dado fuerza (una falaz fuerza). En realidad, muchas veces, sólo he sido el camino hacia el verdadero amor de muchas mujeres; las cuales afortunadamente, ahora, viven felices.

¿Y yo?

Sentada estoy frente al destino, esperando pase aquel metro aún no construido que me lleve a una parada por años imaginada.

El metro por miles de razones aún no lo construyen, razones lógicas e ilógicas a la vez, dicen por ejemplo:

“Debemos primero arreglar los problemas existentes de los metros en circulación, así como cerrar por completo el acceso a los metros que ya están fuera de circulación, antes de crear una nueva línea”

“En tiempos de elecciones, cuando va a existir un obvio cambio de gobierno, no es posible crear un nuevo metro ni nuevas estaciones, debemos esperar a que sea elegido “democráticamente” el nuevo gobierno, y aún no es tiempo de elecciones.”

Me cansé de debatir las ideas, lo hice por mucho tiempo, pero ahora sólo espero, sentada en la estación imaginaria del metro inexistente, espero.

No sé si es que han pasado días desde que no me tomo las pastillas que me guían hacia el estado “concentrado” de mi existir, si acaso aquellos entes roba alegrías me están sofocando o si simplemente recupero mi esencia depresiva que delinea mi vida. No lo sé…

Hago un paréntesis para dirigirme a alguien:

Hola:

Sabes, de manera sutil me ha encerrado en una falsa burbuja de seguridad… la cual me ha dicho siempre en distintas maneras que lo nuestro terminó, sólo porque así debía ser y que nunca seríamos felices. La razón me hizo lamentar perder a mi amiga y sentirme tranquila de liberar a la cual (en ese momento sin pestañar podría jurar era yo el amor de su vida). Pero ¿dónde quedaron los sueños, los hijos, las casas, el sexo, los besos, los juegos, la historia? Los borré sin (delete, goma, suprimir o liquidpaper) sólo los desplacé dentro de mi cuerpo, del alma a la memoria. Los coloqué dentro del espacio imaginario, dentro de los pensamientos de los que siempre desconfió.

Culpé a los celos exacerbados que asfixiaban nuestra relación, pero quizás , sólo quizás, los celos no hubieran existido si tan sólo yo hubiera entregado todo.

Prefería no volar, miré la caída y me aferré al avión, no brinqué, me quedé con mis amigas, con mi familia, con mis sueños y te dejé caer sola.

Ahora tu vives tus sueños, has brincado más veces sin mí, sin tu familia, sin tus amigos y has volado hacia el amor.

¿Hubiéramos sido felices y estarías aquí si hubiera brincado al amor contigo? Eso nunca lo sabré, lo que sé es que en ese tiempo la vida me asfixiaba, ahora creo que yo asfixio a mi vida y eso tampoco está bien. (aunque eso es más problema mió que tuyo…)

No busco sanar lo insanable, ni recuperar mi estúpida creencia de que siempre seré tu único y verdadero amor, ahora sé que no es así. Y es algo que siempre me ha hecho feliz saberte plena, conmigo o sin mí. Es sólo que mientras esperaba aquel metro prometido, me quedé dormida y accedí a los sueños, los hijos, las casas, el sexo, los besos, los juegos, la historia que nunca eliminé, y vi cómo los perdí.

Entonces, una profunda melancolía perfumó mi esencia, entendí que hace casi 5 años te fuiste y sin llanto lloré, humedecí de lamento mi espera y con una sensación de recuerdo, como cuando se mira aquel ser ahora muerto reconstruí en un anhelo. Me vi hoy desde el ayer y seguías aquí sin mí y yo sin ti; vi como el hoy siempre será hoy aunque el ayer no haya sido como fue, que el mañana siempre será mañana aún si hoy deja de ser hoy, y después de ello te vi ahí feliz sin mí, con ella y sonreí. Sonreí con esa melancolía como aquel que mira el sol salir desde una covacha gris y perdida.

Sigo esperando, en la estación imaginaria, del metro inexistente, ya no espero el metro, empiezo a creer que no llegará, ahora espero llegue el llanto aquel que nunca llegó, porque no fui capaz de eliminar mis recuerdos.
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