miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cuerpos en deuda

Perdidos entre vórtices, huracanes y delirios
se encuentran frente a frente
El recuerdo de sus nombres se mezcla en un aroma:
dulce néctar de canela y rosas frescas

Funden sus labios, en un siniestro acuerdo

Recorren el silencio con la punta de su lengua
descubren las palabras tatuadas en el alma
encuentran los sueños olvidados en sus piernas
recrean la historia inconclusa de un
                                                           rojo magenta


Es el trazo de dos cuerpos en deuda
que escribe versos con el elixir de un deseo

Así
    renace la silueta de un cuerpo fundido
                                                              en fuerza y fuego
quien con la luna y el sol bajo su nombre
firma con un grito eterno
                                      un pacto de silencio

miércoles, 31 de agosto de 2011

29 de agosto de 2011

Me alejé tanto del principio que olvidé cómo inició la historia.
Mi vida corrió en sueños cual capítulo de la Dimensión Desconocida, y sin previo aviso llegué aquí.
Estoy segura de no sufrir Alzheimer y tampoco  daño cerebral –toco madera–; simplemente el pasado se escurrió de mi memoria.
Once mil y tantos días transformados en futuro incierto. 
Así, sentada frente a este mañana que desconozco y sin vergüenza a ser considerada loca o idealista busco desesperadamente mis sueños.






miércoles, 10 de agosto de 2011

Ayer

Reconocí el perfil de tus senos
pero tu rostro era obscuro, distinto, casi diferente.
No decías nada, sólo me mirabas –inquisidoramente-
cómo cuando querías que destrozará tus vellos.
No miré tu cara, sólo observé tu cuerpo
y así (sigilosamente) susurré el recuerdo.
Era una tarde nublada de octubre
y el viento repetía nuestra historia.

jueves, 4 de agosto de 2011

Aidentidad

¿Si no respondo de mí, quién responderá por mí?
Pero si sólo respondo de mí, ¿aún soy yo?
(Talmud de Babilonia: Tratado de Aboth 6a)

Deprimido frente a la imposibilidad de un Yo
giro
Giro cual rata de laboratorio
giro en esta rueca llamada vida
Busco incansablemente la razón de parar
Corro
(constante y costumbrista)
Corro
Hacia una infinitud
corro
-este instante-
Desorientado corro
Mi ropa cae
Mi piel no es mía
La rueda abandonada resuena el eco
No estoy desnudo
expié la otredad
Soy la que debía ser
mas
no podía detenerme.

Identidad

Somos piel policromada de otro
¿Un otro yo?
No
Otro - otro
Lejos de si
Ese si marmoteado
Extranjeros
somos
Hombres sin esencia ni razas u naciones.
Giros Interminables
ante el irreducible reflejo de un Yo
Occiso.

miércoles, 6 de abril de 2011

Me confieso ególatra empedernida.

Nunca he confesado llorar por amor, ni sufrir por una perdida. Por años he gozado el ser percibida como una mujer de piedra que posee un cuerpo sin alma. Sentirme el único y verdadero amor de mis amantes, me ha dado fuerza (una falaz fuerza). En realidad, muchas veces, sólo he sido el camino hacia el verdadero amor de muchas mujeres; las cuales afortunadamente, ahora, viven felices.

¿Y yo?

Sentada estoy frente al destino, esperando pase aquel metro aún no construido que me lleve a una parada por años imaginada.

El metro por miles de razones aún no lo construyen, razones lógicas e ilógicas a la vez, dicen por ejemplo:

“Debemos primero arreglar los problemas existentes de los metros en circulación, así como cerrar por completo el acceso a los metros que ya están fuera de circulación, antes de crear una nueva línea”

“En tiempos de elecciones, cuando va a existir un obvio cambio de gobierno, no es posible crear un nuevo metro ni nuevas estaciones, debemos esperar a que sea elegido “democráticamente” el nuevo gobierno, y aún no es tiempo de elecciones.”

Me cansé de debatir las ideas, lo hice por mucho tiempo, pero ahora sólo espero, sentada en la estación imaginaria del metro inexistente, espero.

No sé si es que han pasado días desde que no me tomo las pastillas que me guían hacia el estado “concentrado” de mi existir, si acaso aquellos entes roba alegrías me están sofocando o si simplemente recupero mi esencia depresiva que delinea mi vida. No lo sé…

Hago un paréntesis para dirigirme a alguien:

Hola:

Sabes, de manera sutil me ha encerrado en una falsa burbuja de seguridad… la cual me ha dicho siempre en distintas maneras que lo nuestro terminó, sólo porque así debía ser y que nunca seríamos felices. La razón me hizo lamentar perder a mi amiga y sentirme tranquila de liberar a la cual (en ese momento sin pestañar podría jurar era yo el amor de su vida). Pero ¿dónde quedaron los sueños, los hijos, las casas, el sexo, los besos, los juegos, la historia? Los borré sin (delete, goma, suprimir o liquidpaper) sólo los desplacé dentro de mi cuerpo, del alma a la memoria. Los coloqué dentro del espacio imaginario, dentro de los pensamientos de los que siempre desconfió.

Culpé a los celos exacerbados que asfixiaban nuestra relación, pero quizás , sólo quizás, los celos no hubieran existido si tan sólo yo hubiera entregado todo.

Prefería no volar, miré la caída y me aferré al avión, no brinqué, me quedé con mis amigas, con mi familia, con mis sueños y te dejé caer sola.

Ahora tu vives tus sueños, has brincado más veces sin mí, sin tu familia, sin tus amigos y has volado hacia el amor.

¿Hubiéramos sido felices y estarías aquí si hubiera brincado al amor contigo? Eso nunca lo sabré, lo que sé es que en ese tiempo la vida me asfixiaba, ahora creo que yo asfixio a mi vida y eso tampoco está bien. (aunque eso es más problema mió que tuyo…)

No busco sanar lo insanable, ni recuperar mi estúpida creencia de que siempre seré tu único y verdadero amor, ahora sé que no es así. Y es algo que siempre me ha hecho feliz saberte plena, conmigo o sin mí. Es sólo que mientras esperaba aquel metro prometido, me quedé dormida y accedí a los sueños, los hijos, las casas, el sexo, los besos, los juegos, la historia que nunca eliminé, y vi cómo los perdí.

Entonces, una profunda melancolía perfumó mi esencia, entendí que hace casi 5 años te fuiste y sin llanto lloré, humedecí de lamento mi espera y con una sensación de recuerdo, como cuando se mira aquel ser ahora muerto reconstruí en un anhelo. Me vi hoy desde el ayer y seguías aquí sin mí y yo sin ti; vi como el hoy siempre será hoy aunque el ayer no haya sido como fue, que el mañana siempre será mañana aún si hoy deja de ser hoy, y después de ello te vi ahí feliz sin mí, con ella y sonreí. Sonreí con esa melancolía como aquel que mira el sol salir desde una covacha gris y perdida.

Sigo esperando, en la estación imaginaria, del metro inexistente, ya no espero el metro, empiezo a creer que no llegará, ahora espero llegue el llanto aquel que nunca llegó, porque no fui capaz de eliminar mis recuerdos.
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lunes, 31 de enero de 2011

Constipación Creativa

Todo comenzó como cualquier constipación: cansancio, cuerpo cortado, y una total languidez que consumía mis segundo de vida. Nada que no pudiera ignorar y seguir con mi monotonía. Despertar, meterme a bañar y salir a trabajar: 8 horas de trabajo continuo que sin problema me hacían olvidar este dolor de… (qué sé yo). Y así viví por un par de meses hasta que una extraña necesidad de llenar mis horas de ocio me hicieron ir directamente hacia mi librero.
-  Necesito leer - pensé y desesperadamente busqué un libro.
Evité Pessoa, E.M. Cioran, Nietzsche, y todos aquellos compañeros que me hacen entrar en una total desolación exquisita. La verdad es que no estaba para experimentar con mi depresión lánguida y sosa, necesita una salida.
Grande fue mi asombro al tomar un libro y ver como todo esa desolación se expandía por el espacio; el librero gris, ahora se veía pantanoso y los libros (de colores diversos) eran de un tono sepia, al igual que mi vestimenta y la punta de mis dedos.
No diré que solté el libro y me fui corriendo, eso sería mentir (tengo una extraña atracción por el pesar) lo que hice fue buscar el embaucador libro de Cioran De Lágrimas y de Santos. Sonreí al descubrir que seguía igual que siempre: opaco con trazos sepia. Pero, sin previo aviso, cuando la belleza tétrica develadora y fatalista de Emilé comenzaba a escurrirse por mis dedos, todo se torno brilloso alegre dolorosamente perfecto. Lo peor fue cuando abrí el libro, al abrirlo ( sé que no me van a creer ), pero lo juro por quién debo de jurar –aunque hace años que no asisto a ninguna ceremonia religiosa–. Lo juro por esa imagen que siempre recurro cuando me siento al borde de la vida, que al abrir De Lágrimas y de Santos, las letras de Cioran se transformaron en verso de Bécquer. No en las absurdas y deleitables letras de Beckett, en las asqueantes y cursis letras de Bécquer creador a pesar de la literatura del conocido y comercial movimiento “El  cursismo”.
Definitivamente no pude seguir, dejé a Cioran y (ahora sí) salí corriendo. Abrí la despensa y saqué mis pastillas ¿antialucinantes? no de esas no tomo, tomé las pastillas de los nervios y prendí la televisión.
Así empezó mi vegetar, utilicé la televisión como el medio perfecto para no sentirme lánguida y enferma.
Seguí yendo a trabajar, y vivía mis días como lo hacen todos ( o la mayoría) siempre buscando no tener momento de inspiración. Deje de ir al cine sola, deje de salir a caminar y observar a la gente, deje de sentir pasión aún cuando mi bella y excelsa musa suele bañarse y caminar en soledad por mi espacio (bueno, en esos momento es difícil dejar de sentir pasión), pero cuando eso sucedía, yo, de la manera más desgastada, recurría al cliché de masturbarme y después de correr el sillón blanco con mis represiones, prendía la tele. Algo debía impedir a toda costa que yo pensara en libros o literatura.
No, no soy cobarde, deben admitir que leer un Cioran dentro del cursismo, es como … no sé,  sólo de pensarlo me dan escalofríos.
Bueno, creí que todo estaba solucionado, pero estaba equivocada. Una noche mientras dormía y disfrutaba del oscuro silencio de mi mente adormilada con tila y valeriana, desperté (o al menos podría jurar haber despertado). Todo fue tan real, las paredes eran devoradas por el viento y mi cama se elevaba sin razón, más cercana la imagen a un desastre natural que a un exorcismo con vomito verde.
Mientras el viento cual enemigo hipócrita que en primavera, por un lado, acompaña con brisa el realismo mágico de las mariposas y, por otro, en una furia repentina se come todo sin clemencia; sentí como regresó la constipación. Mi respiración se tornaba torpe y dificultosa, la languidez despertaba cual electroshock y recorría mi cuerpo; me asfixiaba. Desperté.
Quise seguir con mi vida, continuar dormida o bueno en ese sonambulismo tan "cómodo".Pero los sueños comenzaron a acosarme, me llevaban a otros lados, tan llenos de historia, extraños, llenos de poesía, arte, música... Pero no todo era tan maravilloso como suena. Todo lo vivía detrás de una vitrina. No escuchaba la música, ni sentía la poesía, tampoco veía las pinturas, simplemente sabía que ahí estaban porque podía ver su vació y ese vació empezaba a comerse mi piel. Los sueños se repitieron un día tras otro; hasta que al décimo día pude verme sola con mi cabeza sostenida por un sillón de televisión mirando casi en un coma profundo el vació detrás de una vitrina cubierta por el silencio. Desperté sin espavientos, abrí los ojos e inmóvil miré el techo blanco de mi recamará, necesito un libro - pensé y continué el día en mi estado zombi.
Regresando a mi casa con total alegría descubrí que una librería del Péndulo sería abierta próximamente. No pude evitarlo, sonreí y acto seguido regresó la languidez, ahora no era pesada era una languidez eléctrica que movía con rapidez mis músculos y presionaba mi piel. Al parecer la inmovilidad tenía consecuencias hasta físicas.
Ignorando esa sensación (soy experta en hacerme wey) llegué a mi casa y nuevamente prendí mi automático hasta quedarme dormida. Regresé en sueños a aquel lugar de la vitrina aunque ahora todo era distinto. Los cuadros estaban vivos y la pintura transmutaba su estado en música, poesía, gráficos, según el espectador, todo esto sin energía o al menos sin energía eléctrica. Fue entonces, que aquella enemiga de vida - la inspiración- llegó "tuve una idea" o al menos creí tenerla porque acto seguido aparecí en un escenario gris y vació cual película futurista de los 80, estaba sola, sin idea alguna y sin inspiración ( en ese momento creí ser victima de una Inception) bueno no es mi culpa estuve viendo muchas películas mientras dormitaba en vida. Aún así, estoy convencida que en este caso no era del todo errónea mi percepción, al parecer yo misma me había implantado a mi misma para sacarme de mi sueño y sacarme la idea para poder vivirla desde mi otro (el dormido en vida) que ya no quería seguir durmiendo (¿complejo?) créanme se oye más simple de lo que se siente.
Nuevamente desperté del sueño a mi estado dormido en vida, aunque ahora con una sensación adrenalínica de hacer algo, tome un libro lo abrí y (sorpresa) no era Bécquer, ni siquiera pude ver que era, porque un terrible enfermizo y casi explosivo dolor de cabeza me invadió. Reí con una risa sarcástica seca y muerta cual mi habitual estado de vida.
Estaba perdida, era una enfermedad incurable nunca más podría leer y mucho menos escribir, era mi fin, debía despedirme y dejar todo ahí comenzar a verme como otro monito más de la maqueta llamada “vida normal” y seguir así, sin más (¿fatalista?) quizás, pero eso sentí.
Hasta que la idea perdida, o más bien robada por mi misma en mis sueños, apareció. No era una enfermedad que me impedía leer, tenía Constipación Creativa, por eso el dolor de cabeza, al tomar el libro todas esas ideas suprimidas y esos instantes de inspiración reprimidos querían salir explotar gritar.
Aún me río ¿cómo no hacerlo? tengo Constipación Creativa, por eso saldré compraré un lienzo y pintaré, ya después escribiré, porque si lo hago ahora no diré nada, sólo embarraré el papel con ideas mocosas,  lánguidas, pesadas y enfermas...